miércoles, 7 de mayo de 2008

Criticar por criticar

Los editoriales son una ventana al mundo para la opinión de los periódicos. Representan una vía de escape para aquellos que prefieren no expresar directamente su opinión bajo su nombre propio. Todo el mundo tiene derecho a opinar y a expresar aquello que piensa, pero hay que saber criticar y opinar con fundamento. Hay tantas líneas editoriales como partidos políticos y cada uno defiende unos ideales diferentes. Por ello es imprescindible basarse en hechos para respaldar una idea. Esto lo han aprendido todos los periódicos, pero no obstante, hay algunos que pecan de olvidar dar sus propias soluciones. Es muy fácil criticar una acción del Gobierno, pero son pocos aquellos que dicen qué hubieran hecho en su lugar. A veces da la impresión de que los editoriales no se diferencian en nada de los demás textos opinativos.

El Mundo escasea en editoriales con soluciones al problema que plantean. La mayoría de los textos son párrafos llenos de hechos, antecedentes y declaraciones de personajes para reforzar y justificar la idea que se defiende. Es muy fácil coger cuatro datos y decir que el paro ha subido, que hay crisis y que el Gobierno no ha sabido tratarla, pero ¿qué debe hacer el gobierno o cómo debe actuar para solucionar esto? La respuesta debería incluirse en el editorial, pero sin embargo no aparece, dejando el texto medio cojo. Los editoriales del periódico El País tampoco pueden presumir, pero en ocasiones intenta aportar algo o por lo menos, decir lo que no se debe hacer. ABC es el periódico que más se atreve a mostrar sus cartas, y no sólo por su vocabulario directo y crítico, sino por dar soluciones y ponerse en el lugar de los que gobiernan. Sus editoriales siguen fielmente el esquema del editorial clásico.

Cada periódico es libre de elegir el tema de los editoriales, pero los periódicos con una ideología afín tratan temas parecidos. ABC y El Mundo tienen predilección por la política y las crisis, mientras que por ejemplo El País trabaja temas más sociales diferenciándose de los anteriores. Los temas tratados en el editorial suelen estar en la portada de los periódicos. El opinar sobre temas candentes, que son noticia ese mismo día, puede considerarse positivo, pero tal vez se precipitan opinando sobre algunos temas. Se debería dejar al lector al menos un día, o por lo menos unas hojas (El Mundo empieza directamente con opinión), para poder leer la noticia y crearse una opinión personal antes de leer la del periódico. Así, exceptuando hechos de mucha importancia, El País suele hablar sobre temas que han publicado el día anterior al igual que ABC.

Cuando periódicos como ABC y El País coinciden en un tema en el editorial, como la religión, se ve con claridad la línea de cada uno. Pero no siempre los periódicos que son de partidos diferentes tienen ideas diferentes ante los mismos hechos, pues a veces la realidad es innegable. Todos han coincidido en que el Gobierno no ha actuado correctamente ante el caso del aceite de girasol contaminado, aunque cada uno a su estilo. Mientras ABC expone su opinión y lo que hubiera hecho si fuese el Gobierno (o lo que deben hacer ahora) como El País, El Mundo sólo opina.

Algunos periódicos, como El Mundo, deberían quitarle el polvo a los manuales de periodismo, volver a crear editoriales siguiendo el esquema que les caracteriza y aprovecharlos para dar soluciones y aclarar sus ideas. A veces da la sensación de que la única diferencia entre un editorial y un texto opinativo cualquiera sea la ausencia de firma.

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